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lunes, 1 de agosto de 2011

Algas Rojas como Biocombustible.


¿Serán las algas marinas rojas un biocombustible viable en el futuro? Ahora que se ha logrado desarrollar en un laboratorio una cepa de levadura que puede acortar el proceso de fermentación de la galactosa, la respuesta es un rotundo sí.

En países como Estados Unidos es habitual pensar en el maíz o en hierbas como la Miscanthus al plantearse qué cultivos emplear para elaborar biocombustibles. Sin embargo, en las pequeñas islas o naciones peninsulares, la opción natural, obvia, es la biomasa marina, tal como apunta Yong-Su Jin, experto en genómica microbiana de la Universidad de Illinois y miembro del Instituto de Biología Genómica dependiente de dicha universidad.

Los productores de biocombustibles derivados de la biomasa de cultivos terrestres han tenido dificultades para descomponer ciertas fibras resistentes y extraer de ellas azúcares fermentables. Los duros procesos convencionales de pretratamiento utilizados para liberar los azúcares también dan lugar a subproductos tóxicos, que dificultan la fermentación microbiana posterior.

Sin embargo, la biomasa marina puede ser fácilmente degradada en azúcares fermentables, y la tasa de producción y el rango de distribución son más altos que en el caso de la biomasa terrestre.

No obstante, la elaboración de biocombustibles a partir de algas rojas ha sido problemática debido a que el proceso produce glucosa y galactosa, y hasta el momento, la fermentación de esta última ha sido muy ineficiente.

Jin y sus colegas han identificado recientemente tres genes en la levadura Saccharomyces cerevisiae, muy usada para fermentar azúcares, cuya sobreexpresión aumentó la fermentación de la galactosa en un 250 por ciento en comparación con lo conseguido por una cepa de control.

Este descubrimiento mejora en gran medida la viabilidad económica de los biocombustibles marinos.

Elaborar biocombustibles a base de algas en vez de a base de vegetales terrestres también aporta una ventaja obvia: Los biocombustibles fabricados a partir de algas no exigen dejar de destinar tierras agrícolas a la producción de alimentos, un sacrificio cada vez más insostenible ante el creciente reto de alimentar a una población mundial en constante crecimiento demográfico y las amenazas cada vez más graves a la productividad agraria impuestas por el calentamiento global.