martes, 16 de abril de 2013

LOGRAN PLANTAS QUE ALMACENAN ACEITES EN LAS HOJAS.

Tradicionalmente, la labor de investigación en biocombustibles se ha centrado en mejorar el contenido de aceite de las semillas, debido en parte a que en éstas se produce aceite de forma natural. Sin embargo, se ha dedicado poca investigación a examinar la producción de aceite en hojas y tallos, ya que las plantas no suelen almacenar lípidos en estos tejidos.
Ahora, unos investigadores de la Universidad Estatal de Michigan en Estados Unidos han conseguido obtener una planta que almacena aceite en las hojas, un logro que podría mejorar la producción de biocombustibles y también conducir a alimentos vegetales para consumo animal que tengan mayor contenido calórico que los convencionales.
Los resultados muestran que se puede usar un gen implicado en la producción de aceite en algas, para obtener mediante ingeniería genética una planta que almacena lípidos o aceite vegetal en sus hojas, algo poco común para la mayoría de las plantas.
El equipo del bioquímico Christoph Benning, de la Universidad Estatal de Michigan, y sus colegas del Centro de investigación en Bioenergía de los Grandes Lagos, adscrito a la misma universidad, son los autores de este importante avance biotecnológico.
Benning y sus colegas comenzaron identificando cinco genes en algas verdes unicelulares. De los cinco, identificaron uno que, al insertarlo en la planta Arabidopsis thaliana, incrementaba exitosamente los niveles de aceite en las hojas de la planta.
Para confirmar que las hojas de las plantas mejoradas eran más nutritivas y contenían más energía, el equipo de investigación alimentó con tales hojas a orugas. Las orugas alimentadas con hojas de las plantas mejoradas ganaron más peso que las alimentadas con hojas normales.
Para la siguiente fase de la investigación, Benning y sus colegas trabajarán en mejorar la producción de aceite en hierbas y algas que tienen valor económico en el mercado.
Los beneficios que puede aportar esta investigación son muy valiosos. Si se puede extraer aceite de hojas, tallos y semillas, no sólo de estos dos últimos, se podría duplicar la recolección de energía de la materia prima vegetal para elaborar biocombustibles, tal como valora Benning. Además, si mediante ingeniería genética se logra obtener algas que produzcan niveles altos de aceite continuamente, y no sólo cuando están sometidas a estrés ambiental, éstas podrían convertirse en una alternativa viable a ciertos cultivos agrícolas tradicionales, tal como plantea Benning.
El avance logrado en este trabajo de investigación y desarrollo puede abrir un nuevo y fascinante camino en la biotecnología agrícola, capaz de mejorar la cantidad, la calidad y la rentabilidad de cultivos tradicionales y no tradicionales, tal como valora el bioquímico Kenneth Keegstra, director científico del Centro de investigación en Bioenergía de los Grandes Lagos.




LOS SERES VIVOS DE LA FOSA OCEÁNICA MÁS PROFUNDA DEL MUNDO.

Un equipo internacional de investigadores ha anunciado los primeros resultados científicos del análisis de muestras de uno de los lugares más inaccesibles de la Tierra: el fondo de la Fosa de las Marianas, ubicado a casi 11 kilómetros por debajo del nivel del mar en el Pacífico occidental. El fondo de esa fosa es el sitio más profundo de la Tierra explorado por el Ser Humano.
Su análisis documenta que existe una comunidad de bacterias muy activa en el conjunto de sedimentos de la fosa, a pesar de que el ambiente se encuentra bajo una presión extrema, casi 1.100 veces mayor que la reinante en la superficie del mar.
De hecho, los sedimentos contienen casi 10 veces más bacterias que los sedimentos de la llanura circundante ubicada a una menor profundidad, concretamente a entre unos 5 y 6 kilómetros. ¿Por qué?
El motivo parece ser que las fosas abisales actúan como focos de actividad microbiana porque reciben un flujo inusualmente alto de materia orgánica, compuesta por animales muertos, algas y otros microbios, procedente de zonas cercanas y menos profundas. Es probable que parte de este material provenga de estratos superiores del fondo marino, y que se desprenda y caiga al abismo durante los terremotos, que son comunes en la zona. De ese modo, aunque las fosas abisales, como la Fosa de las Marianas, representan sólo una minúscula parte del fondo oceánico del planeta, tienen un papel relativamente grande en el balance del carbono marino y, por ende, en el ciclo global del carbono.
El equipo del profesor Ronnie Glud de la Universidad del Sur de Dinamarca, y especialistas de otras instituciones en Dinamarca, Alemania, Japón y Escocia, se valieron para su investigación sobre la Fosa de las Marianas de un robot submarino que mide casi 4 metros de altura y pesa 600 kilogramos. Entre otras cosas, el robot está equipado con sensores ultrafinos que se insertan suavemente en el fondo del mar para medir la distribución de oxígeno con una alta resolución espacial.
Las imágenes captadas en el fondo de la Fosa de las Marianas, confirman que hay muy pocos animales grandes a esas profundidades. El fondo del abismo es un mundo dominado por los microbios que están adaptados a funcionar con eficacia sometidos a condiciones que resultan muy inhóspitas para la mayoría de los organismos superiores.